Ministerio de Ciencia e Innovación

Entrevista a Javier Meana, jefe de grupo del CIBERSAM

martes, 2 de octubre de 2018

El grupo del CIBERSAM que lidera Javier Meana en la Facultad de Medicina y Enfermería de la Universidad del País Vasco estudia las alteraciones existentes en el sistema nervioso central en diversos trastornos psiquiátricos. Una línea de investigación preferente consiste en la evaluación de la implicación de diferentes neurorreceptores en los trastornos afectivos y psicóticos. Esta línea de trabajo abarca dos grandes áreas: una de ellas basada en el estudio de los trastornos neuroquímicos observados directamente en cerebro postmortem de sujetos con depresión, esquizofrenia u otras enfermedades mentales graves, y la otra en la utilización de modelos animales, preferentemente in vivo, para analizar las respuestas de esos parámetros neuroquímicos a los tratamientos con fármacos antidepresivos o antipsicóticos. En paralelo, también vienen desarrollando investigaciones relacionadas con los trastornos asociados al consumo de alcohol, opiáceos y cannabis.

-Su grupo estudia la implicación de diferentes neurorreceptores en los trastornos afectivos y psicóticos, ¿qué proyectos tienen en marcha en esta área?

-Tenemos mucho interés en las búsqueda y conocimiento de lo substratos biológicos de los déficits cognitivos en la esquizofrenia: ¿Cómo se producen?, ¿por qué no responden a los fármacos antipsicóticos?, ¿son posibles otros abordajes farmacológicos? Para responder a estos interrogantes trabajamos con muestras humanas y también hemos realizado un esfuerzo importante desarrollando y validando un modelo animal que pueda ser útil para estos estudios. En estos momentos, contamos con algunas propuestas de moléculas, algunas de ellas ya comercializadas con otras indicaciones, que parecen revertir los déficits cognitivos observados en los modelos animales de sintomatología esquizofrénica. En ese sentido, nos ha interesado la existencia de actividad neuroinflamatoria de baja intensidad como sustrato patogénico de alguno de los déficits cognitivos observados.

En paralelo, continuamos con una línea clásica del grupo centrada en los mecanismos de la hiperactividad funcional del receptor de serotonina 5HT2A en psicosis y la optimización del perfil farmacológico de las moléculas que lo reconocen. Esta actividad se desarrolla exclusivamente en tejido cerebral postmortem humano. A estas alturas sabemos que el receptor 5HT2A, diana clásica de alucinógenos tipo LSD y de los antipsicóticos atípicos, posee una vía de señalización “no canónica” y que está claramente hiperactiva en la corteza frontal de sujetos con esquizofrenia. De todo ello, parece deducirse que debemos buscar fármacos funcionalmente muy selectivos para el receptor 5HT2A y que esa selectividad funcional podría mejorar extraordinariamente los perfiles de seguridad de los antipsicóticos atípicos.

La aceleración y potenciación del efecto antidepresivo a través de nuevas estrategias farmacológicas dirigidas a nuevos receptores es otra de las líneas clásicas de trabajo del grupo. Esta actividad se desarrolla mediante evaluaciones neuroquímicas in vivo y comportamentales en animales de experimentación. Llevamos años proponiendo que el antagonismo de diferentes receptores como el adrenoceptor alfa-2 o el receptor de serotonina 5HT3 puede mejorar el perfil de los antidepresivos inhibidores de la recaptación de las diferentes monoaminas. Algún antidepresivo recientemente comercializado ya posee estas propiedades.

-¿Qué aportaciones destacaría en esta línea de investigación de cara al diseño de nuevas estrategias farmacológicas?

-Como reseñaba anteriormente, son posibles antipsicóticos con afinidad muy selectiva por alguna, pero no todas, las vías de señalización del receptor 5HT2A, lo que puede mejorar claramente el perfil de seguridad. Esta propiedad farmacológica se conoce desde hace algunos años con el término de “selectividad funcional”. Del mismo trabajo desarrollado en la actualidad, podemos sugerir que aquellos fármacos que obedecen a otro concepto también relativamente reciente como es el de “agonista inverso” pudieran funcionar como mejores antipsicóticos que los habituales antagonistas.

-Su grupo también tiene otro importante campo de trabajo sobre los trastornos asociados al consumo de drogas…

-Recientemente, y en este caso utilizando roedores, hemos demostrado el mecanismo mediante el que el consumo crónico de cannabis induce la hipersensibilidad selectiva de una de las vías de señalización del receptor 5HT2A, provocando un incremento de vulnerabilidad a los comportamientos psicóticos. Probablemente, es la primera ocasión en la que se ofrece una explicación neurobiológica a una observación clínica y epidemiológica perfectamente establecida.

-¿Tiene en previsión nuevos proyectos en estos u otros campos?

-Siempre hay proyectos en fase de apertura o de valoración de posibilidades de inicio. Una de las ventajas de CIBERSAM es que las ideas fluyen muy rápido, más rápido que las posibilidades de financiarlas y ejecutarlas.

Debo añadir que los integrantes del grupo con actividad clínica desarrollan una importante labor en el ámbito de los primeros episodios psicóticos. Esta cohorte de pacientes está permitiendo estudios longitudinales y colaboraciones de gran interés con otros grupos de CIBERSAM.

Los trabajos en el ámbito de la actividad neuroinflamatoria cerebral en los trastornos mentales y la apertura de una línea de trabajo en autismo pueden considerarse las novedades más representativas de nuestro grupo. Estas líneas son posibles gracias a la incorporación de nuevos investigadores. En nuestro caso, en poco tiempo hemos logrado vincular dos investigadores del Programa Ramón y Cajal, ambos con líneas de trabajo dentro del ámbito CIBERSAM.

-¿Qué ha aportado a su grupo de investigación el formar parte de una estructura como el CIBERSAM?

-CIBERSAM nos ha aportado, por un lado, la posibilidad de colaboraciones más estables y, por otro, que nuestra actividad científica se hayan orientado hacia problemas relevantes de salud, en este caso de salud mental. CIBERSAM ha ido sembrando poco a poco una cultura colaborativa, que ya forma parte de la idiosincrasia de los grupos y que las nuevas generaciones asumen como algo normalizado.

-Usted es el coordinador general de las Plataformas de apoyo a la investigación del CIBERSAM, ¿cómo valora la utilidad de las mismas para el progreso de la investigación en Salud Mental y qué balance hace de su funcionamiento?

-El balance es positivo porque las plataformas no solo han logrado incorporar y reclutar materiales, muestras o casos, sino que han contribuido al fortalecimiento del trabajo de los grupos CIBERSAM y de sus colaboradores externos nacionales e internacionales. Sin embargo, hay que reconocer que el mantenimiento de cualquier plataforma científica conlleva costes básicos y que las actuales condiciones de austeridad presupuestaria representan una amenaza permanente a la continuidad de este tipo de estructuras.

La investigación del siglo XXI no es posible sin la existencia de plataformas de apoyo cuyo sostenimiento se escapa a las posibilidades de un único grupo de investigación. La investigación biomédica actual es imposible sin biobancos, bases de datos clínicas y estructuras similares. CIBERSAM se propuso y ha logrado crear plataformas de apoyo muy específicas para las actividades en el ámbito de la Salud Mental. Por ejemplo, un banco de instrumentos psicométricos o un banco de neuroimagen son plataformas científicas que difícilmente se crearían desde organismos con intereses más generalistas.