El próximo 9 de septiembre tendrá lugar, dentro de los Cursos de Verano de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), el encuentro “Importancia y repercusiones del estrés en el siglo de XXI” que organizan Jordi Aguiló desde el CIBER-BBN, Josep María Haro desde el CIBERSAM y María Inés López-Ibor, de la Fundación Juan José López-Ibor.
El encuentro tiene como objetivo captar la atención de los “responsables de la respuesta de la sociedad” mostrando el estrés como “enfermedad de la sociedad”, proponiendo mecanismos de identificación y de seguimiento así como soluciones y alternativas que ayuden a paliar estas consecuencias. Dentro de la jornada, que contará con relevantes especialistas de diferentes ámbitos, se debatirán temas como: el impacto social del estrés; la responsabilidad de la sociedad en las enfermedades sociales; el estrés en la generación de la enfermedad física y mental; o la prevención del suicidio, entre otros temas de interés.
Como resultado de los debates se espera la creación de un liderazgo social para crear una red de información y grupos de trabajo específicos en cada uno de los segmentos tratados con la idea de que, durante el próximo año, realicen un trabajo de análisis de situación y de las posibles alternativas de solución. Como resultado, la idea es que los grupos eleven sus propuestas a los organismos correspondientes y muestren los avances obtenidos el próximo curso de la UIMP en 2020 .
Las primeras referencias al estrés lo definen como la reacción de respuesta del organismo a un peligro real inminente adaptándose para sobrevivir. La dinámica de la sociedad actual ha introducido “peligros” que no corresponden a dolor físico sino mental. La adaptación persigue, en este caso, asegurar la supervivencia social.
“La sociedad necesita el estrés para progresar, pero cuando la exigencia de esa sociedad alimentando su propia evolución, supera al individuo, le provoca patologías orgánicas y trastornos mentales e incluso le sitúa en riesgo de suicidio” apuntan los organizadores del encuentro. “Siendo causa primordial de esas descompensaciones, la sociedad tiene la responsabilidad de autorregularse para minimizar esas consecuencias en los individuos que la integran”, añaden. El estrés ha sido declarado por la OMS como la epidemia mundial en el siglo XXI después de constatar que sus consecuencias son nefastas tanto a nivel individual como colectivo o social.