La etapa universitaria y, en concreto, su inicio, es un momento de tensión y estrés emocional para los y las jóvenes estudiantes. Personas, en gran parte, menores de 20 años, un colectivo en el cual la ideación suicida se ha incrementado de forma significativa en los últimos años, por encima de la media del resto de la población. Ahora, un estudio liderado por el Instituto de Investigación del Hospital del Mar y en el que han participado las áreas CIBER de Epidemiología y Salud Pública (CIBERESP) y Salud Mental (CIBERSAM) ha puesto cifras a la prevalencia de las ideas suicidas entre estos jóvenes, así como en los principales factores de riesgo asociados. El trabajo, que se inscribe en la World Mental Health International College Student Initiative (WMH-ICS), encabezada por la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, lo publica la revista Psychiatry Research.
El estudio ha contado con la participación de cerca de 73.000 estudiantes universitarios, la mayoría de primer año, de 71 universidades de 18 países, entre el año 2017 y el 2023. Han participado en él jóvenes de Alemania, Arabia Saudí, Australia, Bélgica, Canadá, Chile, China España, Francia, Kenia, Irlanda, Irlanda del Norte, Méjico, Nueva Zelanda, los Países Bajos, Rumanía, Suráfrica y Suecia. A través del correo electrónico, se les invitó a participar en una encuesta diseñada para evaluar si habían pensado en el suicidio y habían intentado suicidarse, pero también para determinar si habían sufrido algún acontecimiento adverso o si sufrían algún tipo de trastorno mental. Este trabajo es el más importante llevado a cabo hasta ahora en este campo.
Las respuestas de los y las participantes que respondieron la encuesta revelan que prácticamente la mitad, el 47%, habían pensado en el suicidio en algún momento de su vida. Y que el 26% lo habían planificado. El 10% habían llegado a intentarlo. En el último año antes de responder el cuestionario, las cifras se situaban en el 30% de las personas que habían pensado, el 14% que lo habían planificado y el 2,3% que lo habían intentado. Estas cifras están muy por encima de las de la población general, pero los investigadores alerten que, a pesar de que van en la línea de lo que indican otros estudios, pueden ser superiores a las reales, a causa de una sobreestimación de personas con ideación suicida entre las que habían participado en la encuesta.
“La exposición a abusos emocionales, abusos sexuales y abandono, sobre todo durante la infancia, está directamente relacionada con la ideación suicida y con la transición hacia la planificación y el intento de suicidio”, destaca el Dr. Philippe Mortier, investigador del Grupo de investigación en Servicios Sanitarios del Instituto de Investigación del Hospital del Mar e investigador del área de Epidemiología y Salud Pública del CIBER (CIBERESP). “Todos los factores comportan riesgo, todos los acontecimientos traumáticos, todos los trastornos mentales, sin excepción, comportan un riesgo de ideación suicida y de pasar a intentar suicidarse”, añade Mortier. Los resultados también indican la relevancia de tener progenitores con algún tipo de trastorno mental, hecho que puede derivar en acontecimientos traumáticos durante la infancia.
Otro de los factores que inciden en un incremento del riesgo de ideación suicida es la orientación de género. En el caso de los y las estudiantes transgénero, este riesgo es muy más elevado. Estas personas tienen en 2,4 veces más de pensar en el suicidio que el resto de estudiantes y 3,6 veces más riesgo de intentarlo. Los investigadores destacan que se trata de un colectivo con una mayor prevalencia de factores de riesgo, incluidos los sociales. Unas conclusiones que se pueden extender a todas las personas del colectivo LGTBIQ+. En general, los predictores más fuertes son el abuso emocional, el trastorno depresivo severo, y el trastorno bipolar.
Para Philippe Mortier, la prevención de estas situaciones pasa para “aumentar los recursos disponibles para las universidades para disminuir los trastornos mentales, así como el riesgo de suicidio”. “Se tiene que invertir en estrategias y recursos para construir intervenciones preventivas eficientes”, explica. En este sentido, el Dr. Jordi Alonso, coordinador del Grupo de investigación en Servicios Sanitarios del Instituto de Investigación del Hospital del Mar, coordinador en España de la iniciativa WMH-ICS e investigador principal en CIBERESP, apunta que “la prevención efectiva tiene que tener en cuenta la conjunción de factores de riesgo, como el sexo, la identidad de género, la orientación sexual y la acumulación de trastornos durante la infancia, que pueden crear una retroalimentación biosocial que incremente este riesgo”.
Hay que tener en cuenta que la adolescencia es un periodo de alto riesgo para la aparición de pensamientos y conductas suicidas, que se pueden mantener hasta la edad adulta. De hecho, un tercio de los jóvenes experimentan ideación suicida antes de entrar en la universidad y muchos casos persisten durante este periodo de su vida. Todo ello puede producir un menor rendimiento académico y el abandono de los estudios universitarios, así como efectos adversos físicos y mentales a largo plazo y una baja calidad de vida. “Identificar los factores de riesgo durante esta transición crítica es esencial para los esfuerzos de prevención”, coinciden Mortier y Alonso.
Artículo de referencia
Mortier P, Yang X, Altwaijri YA, Holdcraft JA, Lee S, Sampson NA, et al. The associations of childhood adversities and mental disorders with suicidal thoughts and behaviors - Results from the World Mental Health International College Student Initiative. Psychiatry Res. 2025 Aug;350:116555. doi:10.1016/j.psychres.2025.116555. Epub 2025 May 22. PMID: 40450963; PMCID: PMC12240005.